En su versión más versátil, esta tradicional zona de la costa atlántica atrae con playas bien familiares o al ritmo de la movida joven, espectáculos, boliches y nuevos polos gastronómicos. Apta para todo público
Por Maia Jastreblansky | LA NACION

Grupos de jóvenes, familias numerosas, parejas de todas las edades y viajeros solitarios. Mar del Plata ofrece planes para todas las modalidades de veraneo. Su atractivo está en combinar las postales más tradicionales de la costa atlántica con la novedad permanente .
Está siempre viva. Si toca un día de playa, los más de 40 kilómetros de costa ofrecen paradores, algunos más familiares y otros con onda joven para escuchar buena música o hacer deportes cerca del mar.
Pero si está nublado o lluvioso, el centro comercial de Güemes, el corredor cultural con el Museo MAR, los teatros y la agenda cultural de recitales y espectáculos gratuitos, no dan lugar al aburrimiento.
PLAYA A LA CAÍDA DEL SOL
La tendencia de este año es extender la estada en la playa más allá de la caída del sol. Es que la movida definitivamente se mudó de las calles de la ciudad a la orilla del mar.
El after beach o sunset de las 19, en los paradores que están más allá del faro, convoca a miles de jóvenes que no se sacan las ojotas y empalman el día de playa con el momento de los tragos y la música, dj incluidos.
¿Y si la noche termina antes? No es un problema, además siempre habrá boliches dispuestos a recibir a los que quieran bailar y divertirse durante la madrugada y hasta el amanecer.
Después de la previa, este verano se impone la zona de Playa Grande. Allí, los boliches más concurridos son Biología, Samsara Beach y Kuba. También sigue viva la movida en las playas del sur con el Club de Mar o Personal Beach. Y están los de siempre, sobre avenida Constitución, con su clásico Sobremonte.
La gran novedad de esta temporada marplatense es la reconversión definitiva de la calle Leandro N. Alem, o simplemente Alem, como se conocía a la zona nocturna de la Ciudad Feliz. En un barrio residencial, las quejas de los vecinos por los disturbios lograron que la movida nocturna se mude a la playa y dejen sus calles a salvo de ruidos a altas horas de la noche.

Locales como The Roxy y Domo hoy se ven cerrados. Pero el corredor de Alem, lejos de apagarse, se transformó y ahora la tendencia en la zona es otra: nuevos bares con aires palermitanos que invitan a tomar el té o esperar la noche con cerveza, coctelería de autor y exquisitos platos gourmet, siempre con decibeles más bajos.
Una de las aperturas de esta temporada en esta zona es Yonkee, un bar de deco fabril que tiene espacios cerrados, una terraza y un patio con gran galería de arte. Si es temprano se pueden tomar jugos de fruta u optar por un buen té, siempre que refresque y el clima acompañe. Si se busca atención rápida, la hamburguesería Torombolo es la mejor elección, con platos a partir de los 52 pesos.
A la hora de los cócteles hay que mudarse al Road Track bar o RT, cita obligada por varios motivos. El cliente se convierte en barman al armar su propio aperitivo en la mesa (cada mix sale $ 150, pero rinde para cuatro tragos). Además, su dueño es Matías Merlo, el reconocido bartender marplatense que, de sólo verlo, da clase en la materia.
CERVECEROS
Para los amantes de la cerveza, sobre Bartolomé Mitre, Brüder es el lugar indicado y elegido por los locales. Sobre Güemes se encuentra Antares, un clásico de la cerveza artesanal que, como novedad, abre las puertas de su fábrica, de 16 a 18, para que los amantes de esta bebida puedan curiosear. Un dato: en Vía Appia hay 2×1 en cerveza todo el día.
Sobre la arena, algunas escenas se conservan y otras se transforman. En Playa Grande se remodeló la rambla que une el complejo La Normandina con el puerto. Pasando los acantilados y las explanadas, en Punta Mogotes, sus 24 balnearios exhiben, sobre todo, un clima familiar, destinado a quienes pueden contratar una carpa, estacionar y bajar con su heladerita: los ingresos son muy restringidos y las entradas públicas, espaciadas.
Los jóvenes se concentran en las playas del Sur. A La Caseta y Abracadabra se sumó el nuevo parador El Baquero y Cabolargo, donde es habitual cruzarse con alguna que otra celebrities local.
Uno de los balnearios más concurridos es Mute. Allí está dispuesto un escenario, donde se ofrecen fiestas electrónicas y recitales. Este verano ya pasó el DJ John Digweed, que atrajo a más de 10 mil personas.
En esos paradores se puede picar unas rabas (clásico en estas playas) por $ 75, comer una ensalada Caesar por 70 y acompañarla con un porrón bien helado por 40. Para el after beach, las caipis y los daikiris están a 70, y el mojito o Cynard Julep se consiguen por 80.
Si se quiere probar algo distinto hay que ir en busca del food truck de Chandon. Se trata de un camión itinerante que ofrece variedad de tragos todos con base de champagne y mucho hielo para ver caer el sol cerca del mar.
COMER AFUERA
¿Recomendados para comer? Para muchos marplatenses Sarasanegro, en San Martín esquina Jujuy, está ponderado como el mejor restaurante de la ciudad. Otro paseo obligado es el puerto, donde se despliega una amplia oferta que se adapta a distintos bolsillos para degustar pescados y mariscos bien frescos.
Para cenar rico y bien, la zona de Güemes no falla. En Pan con Manteca, los precios son accesibles: las pastas oscilan entre los $ 60 y 70, y la especialidad de la casa-la suprema Maryland- sale 89. Si se busca parrilla, Pehuén es un clásico de Mardel reconocido por especialistas, mientras que en Calvino se puede disfrutar de exquisitas tapas españolas.
OPCIONES PARA LOS MÁS CHICOS
Para las innumerables familias que año tras año se establecen en Mar del Plata, esta temporada hay opciones nuevas para hacer con los niños.
En la base naval del puerto se ofrece la visita a la Fragata Libertad. También se estableció una pequeña muestra de Tecnópolis, la feria de ciencia y tecnología del gobierno nacional y la muestra de dinosaurios Animatrón.
Además, el gobierno bonaerense montó un parque de diversiones playero, Divermar, que cuenta con una pequeña vuelta al mundo, autitos chocadores y un samba.
Dos notas distintivas de este año en Mar del Plata. Por un lado, la invasión proselitista, que despertó la queja de los marplatenses: hay paradores con la marca de los precandidatos presidenciales, miles de carteles de toda orientación política, pintadas y hasta inflables gigantes con propaganda.
Por el otro, la actividad deportiva se afianzó a lo largo de toda la rambla. Con zapatillas y outfit flúo, los runners van y vienen entre Playa Varese y Playa Grande desde la mañana temprano. Incluso esta temporada se jugó la Nightrun Mar del Plata. Una cofradía aparte es la de los skaters, que le imprimen su estética a la ciudad y tienen su propio skatepark.
Además, en las playas del sur se pueden tomar clases de baile, yoga y hasta practicar crossfit. La comunidad surfer no para de crecer. Para los más osados se puede hacer parapente y se suma elstand up paddle, que consiste en remar de pie sobre una tabla.
Para los turistas que no se calzan las ojotas, la agenda cultural es muy nutrida. El museo MAR, que es gratuito, reabrió con una nueva muestra y recibe al público con un lobo marino hecho de envoltorios de alfajores, con el deslumbrante sello de Marta Minujín.
Y si se quiere rock, este año ya pasó Tan Biónica y se viene el Personal Fest, y el recital de Ciro y los Persas. Para los futboleros, en el estadio Minella se disputa el torneo de verano.
Las alternativas son infinitas y crecen año tras año, adaptándose a todos los perfiles de veraneante. Esta temporada Mar del Plata volvió a demostrar que sabe renovarse para mantener su encanto.
Fuente: La Nacion.com
Deja una respuesta