Es por la comercialización de 5 lotes en Estación Chapadmalal. En los próximos meses será nuevamente juzgado por otros 88 hechos similares.
Un mandatario que trabajaba para una inmobiliaria fue condenado a 2 años y medio de prisión en suspenso, al ser hallado culpable del delito de «estafa» contra cinco familias a las que, en 2004, les vendió lotes que no eran de su propiedad en la zona de Estación Chapadmalal. El fallo de la jueza correccional Jorgelina Camadro es coincidente con el pedido de la fiscal Lorena Irigoyen y del abogado de los damnificados, el penalista Claudio Bardelli.
Pero la historia no termina con esta sentencia, ya que el imputado, Rolando Leonel Herrero (50), deberá enfrentar próximamente un juicio oral y público por endilgársele otras 88 estafas cometidas con el mismo «modus operandi». En este caso, dada la dimensión del perjuicio cometido, le podría corresponder una fuerte pena y, por lo tanto, no excarcelable.
Es de destacar que Herrero confesó ante la representante del Ministerio Público y la magistrada haber cometido los hechos de los que se lo acusa, por lo que su defensor también estuvo de acuerdo en la mencionada condena.
Para comprender cómo se urdió la maniobra que derivó en esta masiva estafa que le habría permitido a su autor una ganancia superior a los 400 mil pesos, hay que comenzar por referirse a los antecedentes remotos del caso.
Una historia que comenzó hace 40 años
Hace cerca de 40 años una empresa denominada «La Florida» vendió estos lotes a adquirentes de Buenos Aires y otros lugares del país. Los compradores creían que estaban obteniendo terrenos frente al mar. Pero al concurrir al lugar y comprobar que se trataba del sector de canteras, uno a uno se fueron desinteresando y abandonaron sus propiedades. Por lo tanto, pasaron los años y nunca nadie reclamó ser el dueño de alguna de ellas.
Desde aproximadamente 2002, Herrero, que al confesar después la comisión de estos delitos adujo que fue por una necesidad económica imperiosa, comenzó a comercializar los lotes y hallando compradores tanto en esa misma zona como en Batán y algunos de Mar del Plata. Se trataba de familias de trabajadores recién constituidas o con hijos pequeños.
Todas las operaciones fueron realizadas en una inmobiliaria de 180 y Alvarado. Y además, las firmas fueron certificadas por un escribano, al que no podría imputársele, en primera instancia, complicidad porque para realizar este trámite no es necesario presentar los títulos de dominio de las propiedades.
Se devela el ardid
Lo cierto es que Herrero habría vendido cerca de 200 lotes, a ese mismo número de familias, las que en muchos casos construyeron viviendas sobre estas tierras. Y cuando todo parecía desarrollarse por carriles normales, llegó de Capital un martillero que concurrió a rematar cinco lotes que pertenecían a una empresa de nombre «Margiotta», que había quebrado tras el fallecimiento de su propietario. Los que residían en ellas al comprobar el engaño del que habían sido objeto, con la representación letrada del abogado Bardelli, realizaron la denuncia ante la Fiscalía, que al recibir las pruebas e investigar el caso pidió su elevación a juicio.
Mientras tanto, gracias a los buenos oficios del juez en lo Civil y Comercial de Buenos Aires que tenía a su cargo la quiebra, las cinco familias perjudicadas con este ardid pudieron comprar de nuevo lo que le habían adquirido a Herrero y así evitaron el remate de los terrenos con sus casas incluidas.
El caso adquirió enseguida repercusión en el lugar poniendo en sobreaviso a los compradores afincados en Estación Chapadmalal que denunciaron al mismo vendedor. Eso motivo que la propia fiscal Irigoyen se trasladara al lugar para recibir las nuevas presentaciones de los damnificados e interiorizarse en el lugar de cómo habían sucedido los hechos
fuente: diario la capital
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