Parque Informático: Nación podría aportar los $64 millones para financiarlo


Eso surgió de la reunión entre el ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, y el intendente. Aún no se sabe si el Municipio deberá devolver los fondos.

El Parque Informático estaría a punto de dejar de ser un proyecto para finalmente convertirse en un edificio de material que albergue a las más importantes y prometedoras empresas de tecnología de la información que trabajan en Mar del Plata.

Y mucho de eso depende, como dijeron desde el Municipio y Aticma, de que la Nación acepte garantizar los recursos para levantar las paredes del predio municipal de Jorge Newbery y Nuestra Señora de Schoenstatt. La obra, que cuando fue anunciada costaba 50 millones de pesos, hoy se valúa en casi 65 millones.

Esa posibilidad fue analizada hace menos de dos semanas en una reunión que el intendente Gustavo Pulti mantuvo con el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao. Y aunque no se lo confirmó oficialmente, 0223 pudo saber que “es prácticamente un hecho que eso ocurra”.

Sin embargo, no está definido aún si el Municipio deberá devolver esos recursos. “Eso es algo que se evalúa por estas horas. Y la verdad es que puede que tengamos que devolver todo, que no tengamos que devolver nada o que nos presten una parte y no el resto. Están todas las opciones en evaluación”, explicaron desde el Ejecutivo.

Una vez que esté claro el modo de financiamiento, el Municipio avanzará sobre el llamado a licitación de la obra del Parque Informático, que demandaría unos 16 meses de ejecución. Como advirtieron desde Aticma, “ese proceso será más rápido, porque los pliegos ya están listos”.

 

Fuente: 0223.com.ar

La construcción muestra signos de estancamiento en Mar del Plata


Empresas del rubro advierten una disminución en las obras privadas nuevas. Aseguran que la macroeconomía no da señales positivas para generar confianza. En el Colegio de Arquitectos hablan de «una tendencia a la baja». En la Uocra preocupan la inflación y la posibilidad de la pérdida de empleos.

 

por Ramiro Melucci

ramiromelucci@gmail.com

La época en que todo era color de rosa ya pasó. En el sector de la construcción, las obras privadas nuevas son cada vez menos y los obreros hacen lo imposible por mantener sus puestos laborales. Pese a la influencia del plan de viviendas Procrear, la inflación y los vaivenes de la macroeconomía no ayudan a generar confianza: sólo aportan incertidumbre.

Es verdad que, al recorrer las calles de Mar del Plata, las edificaciones parecen aflorar cada pocas cuadras. Pero es lo que en el sector llaman «la inercia» de la industria de la construcción. Quiere decir que las obras que se están terminando ahora son las que comenzaron hace un año y medio o dos. La incógnita es qué pasará una vez que concluyan.

«La realidad del sector no es ajena a la de otras actividades económicas del país. El problema es la macroeconomía. Si bien se ve actividad, se da en función de la inercia: la construcción no se detiene rápidamente», interpreta el presidente del Centro de Constructores y Anexos, Norberto Cánepa.

La tendencia, a su entender, es que a fin de año las estadísticas muestren un retroceso con respecto al año pasado. De lo que no hay dudas es de que la actividad es

«mucho menor» que hace un lustro.

«Hemos notado que hay un estancamiento en la obra nueva. Si bien hemos tenido algunos acercamientos de terceros interesados en hacer obra, han sido pedidos de cotización, pero el mercado está un poco retraído», analiza Marcelo Martínez, director de la constructora Imasa.

A la hora de marcar las dificultades, no da vueltas: «Estamos en un país con algunas reglas no muy claras. Lo que está pasando con los fondos buitre forma parte de los inconvenientes. Además, hay incertidumbre porque se están poniendo trabas a todo tipo de actividad, no sólo a la construcción».

«La falta de confianza que hay en todos hace a que se deteriore el sector de la construcción y, paralelamente, el inmobiliario», evalúa Cánepa, que además es vicepresidente de la empresa Consca.

Por ahora tampoco está aceitado el Cedin, instrumento financiero ideado por el Gobierno para facilitar la exteriorización de los capitales destinados, entre otros fines, a dinamizar el sector inmobiliario y la construcción. «No se le termina de encontrar la vuelta a esa operatoria para que realmente sea un elemento de cambio y la gente pueda pagar con cedines y las empresas, con esos mismos cedines, comprar materiales. Si bien se le quiere dar la cobertura legal correspondiente, todavía está en ciernes, y eso no favorece a la industria», advierte Martínez.

Para Cánepa, la inflación juega al mismo tiempo a favor y en contra de las empresas. «En contra, porque deteriora todos los precios. Este año vamos a terminar con una inflación del 40%. El índice que mejor refleja la actividad es el de la Cámara Argentina de la Construcción, que el año pasado marcó que la inflación estuvo cerca del 30%».

El costado positivo es el que lleva a los clientes a refugiar sus pesos en una inversión inmobiliaria para que no se deprecien. «La gente que tiene un excedente en pesos no tiene muchas alternativas. El que tiene poco ahorro posiblemente vaya al dólar, pero para el que tiene más posibilidades es más complejo meterse con un bono que inclinarse por la propiedad. El ladrillo sigue siendo una alternativa muy válida porque, si se elige bien el sector donde comprar, tiene un potencial de revalorización».

La merma de la actividad repercute en los arquitectos. «En general, en este último semestre vemos que hay una tendencia a la baja en la presentación de expedientes por proyectos, que son las obras a construir», cuenta la presidenta del colegio que los nuclea, Julia Romero. Esa disminución, agrega, se observa «en la obra nueva, la que genera trabajo, la que incide en una cadena de valor que repercute en distintos sectores de la industria de la construcción».

Entre los obreros predomina el escepticismo. «Es un momento difícil, pero estamos capeando el temporal. Soplan vientos fuertes y hay que poner todo el peso contra el viento para que esto no se caiga», grafica Jorge Trujillo, secretario general en Mar del Plata de la Uocra, el gremio que agrupa a los trabajadores de la construcción.

«La estamos llevando. No nos podemos quejar, pero no estamos como queremos estar. No se trabaja al ritmo que quisiéramos», admite. «El país el año pasado estaba un poco mejor: ahora el dólar está $ 13.30. El horizonte no lo vemos bueno, hay incertidumbre», agrega. Y completa con una de sus metáforas favoritas: «Los sueldos suben por la escalera y los precios por el ascensor».

En parte, la actividad se mantiene por la implementación del Procrear. Así lo infiere Trujillo, pero para Romero las obras están paradas por falta de terrenos y según Cánepa, generan «informalidad» en el sector» (ver El Procrear…).

La preventa, clave

Martínez coincide con Cánepa: «El ladrillo sigue siendo una inversión segura. Para la gente que tiene capacidad de ahorro en pesos, es una herramienta de ahorro, sin ninguna duda». Y para las empresas, la mejor manera de construir es con fondos de la preventa.

«Es clave para el éxito del negocio porque lo ideal es que el dinero esté en constante circulación. De nada sirve que una empresa tenga que clavar sus fondos durante un proceso de 24 meses y tenga que hacer un esfuerzo considerable para llevar adelante una obra. La posibilidad de la preventa agiliza y lubrica todo el proceso con plata genuina de los inversores», explica el director de Imasa.

El «pozo» al que aportan por anticipado los futuros propietarios mientras se está edificando su casa contribuye a sostener la actividad. «Y acá hay que marcar una diferencia con el sector inmobiliario, porque la propiedad ya terminada es muy difícil de vender», distingue Cánepa.

Los edificios que se construyen en la ciudad tienen un promedio de entre 1.000 y 1.500 metros cuadrados. Los desarrolladores van a lo seguro: saben que la costa y Güemes son zonas que no fallan.

«La zona de la costa, para todo lo que es inversión de turismo, de vivienda para público local o de Buenos Aires, es muy buscada», confirma Martínez. Los lotes escasean entre Juan B. Justo y Constitución, por eso los proyectos de la franja costera apuntan al norte y al sur de esas avenidas.

«Y cuando no es en la costa, la zona de Güemes sigue teniendo su atractivo. Allí hay una actividad que no parece Argentina. Pasás por las calles San Lorenzo, Roca, Sarmiento o Alsina y ves una zona en ebullición desde el punto de vista de las obras», describe.

Los emprendimientos apuntan al segmento medio-alto de la población. «Son los que lo pueden pagar ?agrega Martínez?. Porque hay planes de financiación privados, pero muy pocas líneas de crédito de los bancos, que no colaboran con la actividad ni con la gente de menores recursos, lamentablemente».

En Consca identifican a las obras para terceros como una alternativa para no perder terreno en el mercado. «Este año no nos fue mal con los sindicatos. Hemos hecho desde viviendas multifamiliares a villas deportivas y remodelaciones de hoteles», destaca Cánepa. Y apunta: «Esto también está vinculado con la inflación. Los sindicatos tienen un remanente y rápidamente lo tratan de volcar a obras que se traduzcan en beneficios para los socios porque, si no, pierden el dinero».

 

Fuente: diario la capital

Rechazan pedido para quitar del listado patrimonial al chalet de «La Llorona»


«No vamos a promocionar la desafectación de una casa tan importante que tiene una carga histórica», dijeron desde la Secretaría de Planeamiento Urbano. Avanza el proyecto para sustituir el chalet Villa Valentina por locales u oficinas.

 

El chalet Villa Concepción Unzué de Casares, donde funciona el restaurante y pub La Llorona, está ubicado frente a la costa.

El secretario de Planeamiento Urbano de la Municipalidad, José Luis Castorina, adelantó ayer que será rechazado el pedido de una empresa para desafectar del Código de Preservación Patrimonial al chalet Villa Concepción Unzué de Casares, donde funciona el restaurante y pub La Llorona.

A través de la iniciativa, que fue presentada ante el Ejecutivo en los últimos días, la firma pidió que se quite del listado patrimonial al chalet del complejo gastronómico, ubicado en Olavarría 2134, frente a la costa. «El informe de la Unidad de Gestión del Patrimonio va a ser negativo, no vamos a promocionar la desafectación de una casa tan importante que tiene muchas virtudes y una carga histórica, además de estar ubicada en un punto clave de la ciudad», dijo Castorina.

El de La Llorona no es el único caso de bienes con pedido de desafectación. La comisión de Obras del Concejo Deliberante aprobó un proyecto para desafectar del Código de Preservación Patrimonial al chalet Villa Valentina, ubicado en Alberti 1311, corazón del centro comercial de Güemes. El expediente fue girado a la comisión de Legislación y, de tener luz verde, será enviado al recinto para ser tratado por los concejales.

La intención de los dueños sería sustituir la propiedad por locales u oficinas. Con el nuevo emprendimiento inmobiliario se mejoraría la vinculación desde la calle Alberti con el espacio comercial-cultural de la firma Cabrales, mediante una comunicación peatonal ubicada entre dos de los tres locales que componen la planta baja.

«La iniciativa tuvo un informe favorable de la Unidad de Gestión del Patrimonio y además no hubo objeciones de la asociación que defiende el patrimonio arquitectónico y urbano», afirmó la concejal radical y presidenta de la comisión de Obras, Cristina Coria. Y agregó: «Villa Valentina es un inmueble que no tiene tanto valor histórico, ya que figura en la categoría más baja en el listado

de bienes de interés patrimonial con menor nivel de protección».

Villa Valentina es una vivienda con reminiscencias andaluzas, de escala modesta, que ha quedado confinada en un sector de creciente actividad comercial de la calle Güemes. Fue originalmente declarada a pedido de sus propietarios y ahora ellos mismos piden su desafectación o sustitución.

El caso más polémico del año fue el del chalet «María de Segura» de Falucho y Santa Fe, donde el sindicato de Camioneros pretendía ampliar las instalaciones de su hotel, ubicado en un domicilio vecino. La vivienda fue adquirida años atrás por el gremio, que pidió desafectar al chalet del listado de bienes patrimoniales. Sin embargo, la comisión de Obras del Concejo archivó el controvertido expediente.

En el partido de General Pueyrredon hay unos 440 bienes protegidos por declaraciones de valor patrimonial, entre ellos viviendas, edificios públicos, museos, plazas y paseos.

Según la normativa municipal, no todas las edificaciones que figuran en el listado patrimonial poseen el mismo grado de protección. Existe una primera categoría (la A) en la que figuran inmuebles que se consideran «irreemplazables» -como la Catedral o la Rambla Casino-, una segunda (la B) que comprende a bienes de suma importancia y una tercera (la C) en la que se enumeran edificaciones valiosas, pero con un menor grado de prestigio.

De acuerdo con la categoría en la que se encuentre una propiedad, la normativa municipal exige distintos niveles de conservación y también concede diferentes grados de protección. Esto provoca que las viviendas menos jerarquizadas sean las más vulnerables y propensas a desaparecer.

Según la ordenanza 19660, que es la que enumera cuáles son los inmuebles y elementos de interés patrimonial, la categoría C es la más numerosa ya que incluye a unas 274 edificaciones que en su mayoría son viviendas particulares con protecciones totales o parciales. Mientras que en la categoría B figuran más de 60 inmuebles y en la A alrededor de 25.

Frente a los cuestionamientos de las asociaciones defensoras del patrimonio marplatense, Castorina dejó en claro que «esta administración nunca demolió nada», excepto el chalet San José, que estaba ubicado en Bernardo de Irigoyen y la costa y a través de una ordenanza consiguió la sustitución de categoría. «No se sustituyó ningún edificio de interés patrimonial por otro edificio», aseguró. Y enseguida admitió que resulta «muy difícil para el Estado hacer preservar un inmueble con bajo nivel de protección patrimional cuando el propietario no quiere preservarlo».

Por su parte, la concejal Coria explicó que la política municipal de preservación del patrimonio cultural, histórico, arquitectónico, urbanístico, paisajístico y ambiental se encuentra normada por el Código de Preservación Patrimonial. «Se establecen acciones de protección singular a bienes puntuales que sean declarados de interés y por ende objeto de protección, sin disponer áreas o sectores con indicadores particulares, definidos como Distritos de Preservación Patrimonial, que abarquen ámbitos territoriales que por sus valores arquitectónicos, históricos, simbólicos, urbanísticos o ambientales posean un interés patrimonial, siendo merecedores de un tratamiento de protección en su conjunto», indicó.

Según Coria, «las normas vigentes, las acciones del Ejecutivo municipal, el fondo inexistente para la preservación patrimonial y los incentivos para refuncionalizar muchos de los inmuebles protegidos, se muestran hoy insuficientes para una política de protección efectiva». Pero señaló que que si la ordenanza de preservación no se hubiera sancionado, «poco quedaría en pie».

Para la concejal, «este es uno de los temas que está presente en los foros de discusión y lo estará en la mesa convocada por el Concejo para la reformulación del Código de Ordenamiento Territorial que, tal como se ha planteado, propone incorporar una mirada más integral, desde lo urbano, patrimonial y ambiental, pensando en una ciudad viva y sustentable».

Fuente: diario la capital

Mar del Plata genera 450 toneladas por día de residuos domiciliarios


Durante el invierno, el lunes es el día que más basura se recolecta y el miércoles, el que menos. En verano, en promedio, se levantan 700 toneladas por día.

 

Al nuevo predio de disposición final llegan en promedio 450 toneladas de residuos domiciliarios por día.

Mar del Plata y Batán generan en promedio 450 toneladas por día de residuos domiciliarios durante el invierno y esa cifra trepa hasta las 700 toneladas en el verano.

La cantidad de residuos diarios es similar a la del año pasado, por lo que la menor actividad económica aún no repercutió en la basura recolectada como ocurre en otros lugares del país.

Los datos fueron obtenidos en exclusiva por LA CAPITAL del servicio de transporte «Nueve de Julio», empresa encargada de la recolección de residuos de la ciudad.

Para diagramar el servicio, la compañía divide el partido de General Pueyrredon en 64 cuadrículas. En total, 64 camiones ocupan ese espacio: 32 de día y 32 de noche. A estos se le suman volcadores, tractores, unidades livianas de inspección por lo que en total llega a 80 la cantidad de vehículos en la calle.

El personal que se contrata para realizar la tarea de recolección es de 134 peones recolectores y 66 choferes, incluyendo los trabajadores de guardia. Si a esto se le suman los trabajadores de mantenimiento y de otras áreas, los operarios llegan en total a 600.

El sistema de recolección es de siete veces por semana en el microcentro, seis veces en el casco urbano y tres veces más una de bolsas verdes en la periferia o las zonas con menor densidad de población.

Según los datos a los que accedió LA CAPITAL, por el servicio de recolección de residuos domiciliarios -no incluye los industriales- se juntan en invierno unas 450 toneladas en promedio por día, aunque esa cifra trepa hasta las 700 toneladas diarias durante el verano cuando la ciudad está repleta de turistas.

La radiografía de la recolección también marca que los días que más basura se levanta de las casas es el lunes: en promedio 700 toneladas durante el invierno y 1000 en el verano. En cambio, el miércoles es el día con menor producción de residuos.

Estas cifras corresponde a este año y son muy similares a las del 2013, a pesar de la disminución de la actividad económica que también suele repercutir en la cantidad de basura recolectada. «La tendencia no es tan importante como para determinar con rigor estadístico que un año es superior al otro», aseguraron desde la empresa. Y recordaron que la baja más importante ocurrió durante la crisis del 2001 cuando se llegaron a recolectar en promedio 370 toneladas en invierno.

Por otra parte, en la zona de menos ingresos económicos los residuos denominados húmedos -restos de alimentos- son proporcionalmente mayores. En cambio, en las zonas de mayor poder adquisitivo la mayoría de los residuos son los denominados secos: plásticos, metales, cartones, trapos, etc.

Nuevo sistema

Desde mediados de mayo de 2012, la recolección de basura es diferenciada en Mar del Plata. Es decir, deben disponerse por separado los residuos recuperables de los no recuperables. La medida apunta a cuidar el medio ambiente y mejorar la calidad de vida. Un dato: es la primera vez en el país que se implementó este sistema en una ciudad con más de 600 mil habitantes.

Desde su creación, la iniciativa tuvo como objetivo principal producir una mejor administración de la planta de separación. Pero demás su implementación sirvió para generar más de 50 puestos de trabajo en la cooperativa CURA, que fue fundada en 2004 y está regularizada y reconocida como cooperativa de trabajo por el Inaes. CURA se dedica a la separación, recuperación y comercialización de residuos reciclables (papel, cartón, vidrio, plástico, metal, telas). Actualmente son los encargados de administrar la planta de separación y recuperación de residuos de la Municipalidad construida en el marco de un convenio con el BID en 2011.

En 2012, para la implementación del nuevo sistema, la Municipalidad dividió la ciudad en tres zonas: la norte (de Colón hacia el norte), la centro (delimitada entre Colón y Juan B. Justo y Sierra de los Padres) y la sur (al sur de Juan B. Justo y Batán).

La zona norte debutó el 14 de mayo de 2012 con el nuevo sistema. Ese día los vecinos sacaron en bolsas verdes sólo los residuos recuperables, es decir, papel (diarios, revistas, hojas, papeles impresos o no, sobres comunes o de papel madera, remitos, facturas, formularios, legajos, cajas, envases de papel, cartón, tetrabrick); vidrio (botellas, frascos); metales (latas de bebidas y conservas, envases de acero y aluminio); maderas; textiles y plásticos.

Desde que se dio a conocer el nuevo esquema de recolección de residuos, la comuna encaró un trabajo de información sobre la responsabilidad que tiene cada vecino. Así no sólo inició una campaña de reparto de folletos, calcomanías y bolsas de residuos verdes casa por casa, sino que también firmó convenios con distintos tipos de entidades para multiplicar los agentes de difusión con el objetivo de educar y concientizar.

El cronograma original del nuevo sistema sufrió cambios a partir de junio de este año cuando se determinó que las bolsas verdes se empezaran a sacar los martes y viernes.

Además, el cronograma estableció que los residuos no recuperables se sacaran en una bolsa negra los días lunes, miércoles, jueves y sábados.

Desde la empresa «Nueve de Julio» aseguraron que aproximadamente un 50% de la ciudad cumple con este sistema de separación de residuos. Y destacaron que es de mucha utilidad porque las bolsas verdes sirven para que los recicladores trabajen en forma más eficiente. «No es lo mismo abrir una bolsa negra, para ver que tiene, que abrir una bolsa sabiendo que en su interior casio todo será reciclado», explicaron.

Fuente: diario la capital

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