Domingo Speranza, director Binswanger Gimenez Zapiola, explica por qué la coyuntura actual es un fenómeno diferente a los ciclos expansivos anteriores
En los últimos años el mercado inmobiliario ha sido una de las estrellas de la economía, creciendo -junto a la industria automotriz- como pilar del empuje económico argentino, siempre detrás de las exportaciones agrícolas, claro está.
La construcción de edificios de vivienda y oficinas en todos los centros urbanos del país, sin excepción y predominantemente en Buenos Aires, Rosario y Córdoba, ha empujado los precios de los terrenos hasta participaciones o costos de incidencia insospechados años atrás.
Esto colocó en la mira de los desarrolladores áreas nunca imaginadas como «potencialmente buenas para el desarrollo», consolidando no sólo al sector en constante cambio y crecimiento, sino también grandes áreas de las ciudades donde sus vecinos ven atónitos como el «progreso» se lleva la vieja imagen del barrio.
Viejos PH(s) hoy valen ya no por su estilo, por la amplitud de sus cuartos o luminosidad de sus espacios sin expensas, sino por su valor como terreno. Así es cómo 15 unidades funcionales residenciales se transforman en fachadas de vidrio, torres de departamentos con un sinfín de equipamientos que llevan el snob nombre de «amenities», cambiando para siempre la fisonomía, el tipo de vida y sin duda el ritmo de cada barrio.
Ahora bien, este crecimiento sostenido generó, por momentos, las siguientes sospechas: ¿Cuánto más puede resistir? ¿Cuánto más se puede crecer? ¿Cómo es posible que los valores crezcan en dólares a un ritmo aún mayor que el de los precios?
Si tomamos en cuenta que un trabajador promedio tiene un salario anual estimado que representa entre 7 y 9 m2 de una vivienda nueva, mientras que en los años 90, con la economía dolarizada y un incipiente mercado hipotecario funcionando, el salario anual equivalía a 35m2, la pregunta se hace más difícil de responder aún.
En una palabra, la coyuntura actual nos pone frente a un fenómeno diferente al de los ciclos expansivos anteriores.
Normalmente en la Argentina las inversiones inmobiliarias son individuales y el componente principal no es la renta, sino la capitalización. Incluso, este fenómeno se ha reforzado en los últimos años más que nunca: la inversión en bienes raíces se realiza con capital propio, 100% equity, donde no hay deuda o el apalancamiento es mínimo.
Por otra parte, la mayoría de las mismas son realizadas por usuarios finales y pequeños inversores que desvían parte de sus ahorros o excedentes en inversiones individuales, que ven en ellas la opción segura para cuidar su capital, ahorrar y mantener el valor de la moneda de ahorro.
De esta forma, el dólar pasó a ser reemplazado por el m2, los bancos por los desarrolladores y fideicomisos «al costo» y esta capilaridad del sistema hace que el impacto de los precios, la inflación y el valor de la tierra aún pueda ser absorbida. Hoy por hoy, la variable de ajuste son los m2 que se entregan.
Este punto nos lleva a un segundo nudo de consideraciones, a saber: ¿somos acaso cada vez más ricos en dólares o nuestro poder de recompra con estos valores es simplemente el mismo?
Cada vez hay más segmentación en el mercado inmobiliario y hoy el abanico de la oferta en términos de áreas, tipologías y ubicaciones así como usos, es más variado y sofisticado. Hay productos de 33m2 hasta pisos grandes de oficinas, todos pasibles de ser vendidos.
Además de las explicaciones obvias de la reserva de valor, podemos mirar a nuestros vecinos. San Paulo, Rio, Bello Horizonte, Montevideo, Lima, experimentan situaciones muy semejantes, cada una a su escala. Los valores del m2 crecen y la demanda se torna más sofisticada y valga la redundancia demandante.
El surgimiento de una nueva clase social, el enriquecimiento de ciertos sectores, la configuración de nuevas familias o la soltería más prolongada dejan su impronta en estos movimientos que los desarrolladores perciben y a los cuales dan respuesta.
Así, mientras cada vez más las economías regionales ven en los altos valores internacionales de los commodities el reflejo del éxito, asistimos a un nuevo fenómeno. Sólo en San Paulo en el año 2010 los valores de departamentos han crecido un 25%, y acumulan hasta un 80% en tres años.
Ahora bien, dado este escenario, ¿estamos ante una burbuja «irreal» de valores o simplemente se trata de un reflejo de la realidad latinoamericana?
Parte frivolidad y desigualdad hacen que los equipamientos o «ameninties» y el desarrollo del negocio inmobiliario o «real estate» sea cada vez mas fuerte pero, al mismo tiempo, la escasez de stock y la obsolescencia del parque inmobiliario, que satisfaga a esta nueva demanda, sumados a los factores económicos, hacen que esta rueda no se detenga.
Sólo un crecimiento importante de los costos de construcción, la voracidad desmedida de los propietarios de las tierras o un desajuste mayúsculo de las variables económicas pueden hacer cambiar esta tendencia.
Nada indica, sin embargo, que esto pueda ocurrir en el mediano plazo. La incorporación del sistema hipotecario será el desafío para la década que comenzó. De cumplirse, podríamos asistir a la consolidación de la industria en el sector inmobiliario.
Domingo Speranza
Director de Binswanger Gimenez Zapiola
Especial para iProfesional.com
Comentarios:
Soy de Aquí ·
Primero en comentarEstimado Lector: Domingo Speranza – Director de Binswanger Gimenez Zapiola es lógico que opine así. De hecho su cargo lo inhibe de mostrar al mercado inmobiliario en otro escenario. Incluso, tácitamente conciente del sobrestock que se está generando en la Ciudad de Buenos Aires en la que se sabe que hay más de 120000 departamentos desocupados, no deja de incluir un texto que es el de mayor anhelo de los brokers y developers: «La incorporación del sistema hipotecario será el desafío para la década que comenzó».
Y si bien es real que «la coyuntura actual nos pone frente a un fenómeno diferente al de los ciclos expansivos anteriores», no es menos cierto que están en boca de muchas personas las preguntas: «¿Cuánto más puede resistir? ¿Cuánto más se puede crecer? ¿Cómo es posible que los valores crezcan en dólares a un ritmo aún mayor que el de los precios?», las que hoy, sin lugar a dudas, son moneda corriente.
Por otro lado Domingo Speranza – Director de Binswanger Gimenez Zapiola, afirma que «Cada vez hay más segmentación en el mercado inmobiliario y hoy el abanico de la oferta en términos de áreas, tipologías y ubicaciones así como usos, es más variado y sofisticado. Hay productos de 33m2 hasta pisos grandes de oficinas, todos pasibles de ser vendidos.»: yo que conozco el mercado les puedo garantizar que nó, ya que una cosa es la aspiración de deseos y otra muy diferente la de cerrar operaciones que minimicen la vacancia existente ya citada.
Veamos ésto otro: se sabe lo que trajo como consecuencia la flexibilización cuatitativa (QE1+QE2) llevada a cabo por la Reserva Federal de Estados Unidos y el «efecto derrame» que llevó a las economías emergentes periféricas y de frontera. Claro que este tema, si lo conociera a fondo Domingo Speranza Director de Binswanger Gimenez Zapiola, nunca lo mencionaría ni lo reconocería, pues va a contramano de sus intereses comerciales. ¿No se sabe acaso que aquí y en toda Sudamérica hay exceso de dólares a tasas muy superiores a las de los países centrales y que la Celic en Brasil es hoy del 11,5%, lo que invita a una toma de ganancias y a un ulterior posicionamiento en bonos del tesoro estadounidense del tramo largo lo que de ocurrir en la Argentina pondría en vilo la devaluación administrada actual y con ello el tipo de cambio deprimiendo las cotizaciones de los valores mobiliarios, inmobiliarios y commodities de contar con un dólar que recupere la «dureza» que perdió en los últimos tiempos? Se supone que Domingo Speranza con el cargo que tiene debería considerar que no se pueden dejar de lado los «fundamentos de la economía» y que uno de los que pesan indiscutiblemente es el de los «ciclos económicos» que determinan que todos y cada uno de los mercados que conforman la economía real y la financiera, tengan comportamiento cíclico, incluído, por supuesto, el mercado inmobiliario.
Pero…¿Imagina el lector que le respondería si le preguntara explícitamente a Domingo Speranza si los precios de las propiedades pueden llegar a bajar? ¿Que piensa que le contestaría? Lo concreto es que «para un broker inmobiliario afirmar que los precios de las propiedades van a bajar es pecado mortal»… Pues en ese caso su respuesta, la mía o la de cualquier persona que desee comprar una propiedad sería «Estimado Domingo… Tome… Le dejo mi tarjeta con mi teléfono y mi e-mail y cuando los precios hayan terminado de bajar avíseme que vengo a firmar el boleto…» ¿No le parece?
Y realmente, informándose como corresponde y poniéndose la mano en el corazón después de ver un gráfico publicado por Reporte Inmobiliario.com (Ref.:http://www.reporteinmobiliario.com/restringido/imagenes/m2_caba_2000_2010_totales.jpg) ¿es lógico afirmar que » que los equipamientos o «ameninties» y el desarrollo del negocio inmobiliario o «real estate» sea cada vez mas fuerte pero, al mismo tiempo, la escasez de stock y la obsolescencia del parque inmobiliario, que satisfaga a esta nueva demanda, sumados a los factores económicos, hacen que esta rueda no se detenga?»… Me parece, si no vi mal que el gráfico, que les mostré está indicando algo bien distinto, prácticamente en la antípoda.
Entonces me hago estas 2 preguntas: 1. ¿No será que en realidad hay desesperación por vender lo más posible habida cuenta que el mercado orilla máximos históricos y que ya exhibe comportamientos mixtos?; 2. ¿Nadie leyó un artículo publicado esta semana por Ambito Financiero (Ref. http://www.ambito.com/noticia.asp?id=586657 en el que se indica textualmente: «El metro cuadrado de un departamento nuevo vale u$s 2.124 en la Ciudad» : «En líneas generales, se observó que, en Recoleta, el valor promedio del M2 a estrenar aumentó un 2,4% comparado con los niveles relevados en enero último, mientras que en Palermo, Núñez y Belgrano se observaron disminuciones del valor promedio para la misma comparación: -0,8%, -1,8% y -3,5%, respectivamente. En materia de departamentos usados y para una medición similar, también se observó un panorama disperso. Por ejemplo: en Recoleta y Palermo, el valor promedio creció 3,3% y 1,4% respectivamente, mientras que en Núñez cayó un 3,1%.».».
A modo de conclusión: ¿Que está pasando realmente? ¿Se está dando lo que afirma el Director Domingo Speranza, o está ocurriendo lo que expongo públicamente yo en el Blog Técnico Inmobiliario (Ref.: 1. » Coyuntura Actual del Mercado Inmobiliario Argentino – Abril 2011″ – http://tecnicoinmobiliario.blogspot.com/2011/04/coyuntura-actual-del-mercado.html; 2. » Hay que seguir al dólar» – http://tecnicoinmobiliario.blogspot.com/2011/02/hay-que-seguir-al-dolar.html; 3. » Hay que seguir al dólar – Mayo 2011″ http://tecnicoinmobiliario.blogspot.com/2011/05/hay-que-seguir-al-dolar-mayo-2011.html), tomando además en cuenta el contenido del artículo generado por el Decano de la Escuela de Negocios de la UTDT, el Dr. Juan José Cruces (Ph. D. in Economics, University of Washington – Master en Economía Internacional, Yale University) en su artículo: «Un alquiler en Buenos Aires rinde igual que un bono de EEUU» (Ref.: http://tecnicoinmobiliario.blogspot.com/2011/02/un-alquiler-en-buenos-aires-rinde-igual.html).
Lo dejo pensando… y razonando…
Le saludo con profundo respeto,
sdaqui («soydeaqui» – soydeaqui01@gmail.com).